28 de septiembre de 2008

EL ÁRBOL DE LOS PÉTALOS AMARILLOS DEL OTOÑO

Recibido de Chile Hernández.

En el año 2004, la niña que podría ser la protagonista de este cuento, llamémoslo así, tenía 4 años.

Era vivita, alegre y despierta para observar y comprender, siempre adaptada a su poca edad, lo que veía.

El otoño de ese año, como siempre ocurre con los otoños orotavenses, fue pródigo en la caída de las hojas y las plazas y jardines mostraban un encanto especial, invitando a su visión y disfrute.
A la niña le gustaba pasear de la mano de sus familiares que así sentían un doble placer, pasear y contemplar las excelencias de la Villa.


Pero el otoño es el otoño y los árboles, al desprenderse de sus hojas secas y marchitas, sepultan las viejas baldosas de piedra cubiertas y desgastadas por tantos andares y por el paso suave de los recuerdos.

Se extraña la niña al ver aquella alfombra floral que cubría todo el pavimento, pero le sorprendió mucho más el color del alfombrado y aquella lluvia de pétalos amarillos que cubrían toda la plaza. Miró hacia lo alto y descubrió el origen de tanta belleza. Alzó sus pequeños brazos y exclamó: ¡Es el árbol de los pétalos amarillos del otoño!



Ella en aquel momento descubrió un mundo nuevo, distinto al que conocía y que sin duda, le servirá para apreciar la belleza en el futuro.

Tal era su sorpresa y alegría que al intentar dormir y descansar de tanto regocijo, su sueño fue un interrogante que alborotaba su mente. ¿Por qué aquella plaza tenía ese árbol y las otras del mismo pueblo no? , ¿Será que ésta no se conforma con su entorno tan acogedor y siente ciertos celos de la belleza de las otras y lanza como represalia, este arte floral que también es efímero?

Invitó la siguiente mañana a sus parientes a visitar la plaza alfombrada y su desilusión la hizo llorar. ¿Ya no está la alfombra de pétalos amarillos, se la han llevado!

Afligida y desolada reflexionó sobre porqué lo habían hecho, privando así a otros niños de disfrutar de tan bello momento. No acertó a comprender porqué fue destruida.

Preguntó a sus familiares lo que había ocurrido y por qué. Ellos compartieron su tristeza y le hicieron ver que así era la naturaleza. Le dijeron: - No te preocupes porque en el próximo otoño, cuando pasen las vacaciones del colegio, La Orotava volverá a traemos sus bellezas y el árbol de los pétalos amarillos nos recreará con su presencia.

Los pétalos amarillos no son como las golondrinas de Bécquer que se fueron y no volvieron, estos sí volverán.


Chile Hernández

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