Por
JOSÉ LUÍS GARCÍA OSSORIO
MARÍA GORETTI HERNÁNDEZ ESCOBAR
La Villa de La Orotava se precia de ser uno de los
municipios de Canarias con mayor número de bienes declarados de Interés
Cultural, destacando su Conjunto Histórico[i]. Pasear por las empinadas calles que lo conforman
es todo un espectáculo de luz, color, arquitectura, cultura e historia, que se
descubre tras cada esquina y sobre cada uno de los adoquines que nos guían.
Pero sin alejarnos
mucho de él, La Orotava
cuenta con otras edificaciones que también nos hablan del desarrollo de este
municipio norteño, no tan majestuosas como aquellas otras que fueron morada de
las élites dominantes de la Villa, pero que también suponen un eslabón más en
la articulación histórica y social del municipio, como bien puede ser el
caso de las primeras viviendas sociales que se construyeron posiblemente
en el norte de Tenerife.
Éstas se encuentran ubicadas en el Paseo Domínguez
Afonso, que hasta bien entrado el siglo XX, antes de la construcción de la
actual autovía TF-5, constituía por el lado Este de esta Villa la vía de
penetración más importante al núcleo poblacional, originariamente Camino Real y
conocido posteriormente como camino del Pinito o Camino de las Dehesas por
transcurrir por la dehesa comunal, dividiéndola en Dehesa Alta y Baja, un
entorno (las Dehesas, los Poyos, Quiquirá), que desde el Llano de San
Sebastián, fue destinado principalmente al pastoreo de ganado, y arrinconada paulatinamente su función en la medida en la que
los grupos dominantes expandían sus terrenos. Su recorrido, desde el Paseo de
las Araucarias hastas la Plaza de la Paz, ha sido testigo no solo del devenir
de la propia historia orotavense y del Valle de La Orotava, sino también la de
los municipios de la "Isla Baja", por ser vía de comunicación necesaria
e imprescindible con el área metropolitana de la isla. Aún en la actualidad
sigue siendo un paso de entrada importante al caso histórico de la Villa, que
da la bienvenida, -junto a los Santos Patronos San Isidro Labrador y Santa
María de la Cabeza desde la ermita de El Calvario-, a aquellos viajeros que,
desde el mirador donde el propio Alexander Von Humbolt enalteciese las bellezas
del Valle de La Orotava, se adentran a admirar el Conjunto Histórico de la
Villa que le da nombre.