18 de noviembre de 2008

DON ÁNGEL GARCÍA GONZÁLEZ, ARQUITECTO TÉCNICO – APAREJADOR – EMPRESARIO, EX – FUTBOLISTA

Por Bruno Juan Álvarez Abreu
Profesor Mercantil

Nació en la Villa de la Orotava el 10 de diciembre del año 1943, en el pintoresco lugar conocido por la Cruz del Teide, lugar de enlace de la Villa con el Pago de Higa, La Perdoma y La Cruz Santa.Su primeras letras las aprendió en casa de doña Herminia Mesa, a poca distancia de su domicilio familiar, pasando luego al Colegio de la Milagrosa de las Hermanas de la Caridad donde hace la primera comunión, de aquí al colegio Fundación San Isidro, regentado por los padres Salesianos donde realiza todo el bachillerato. Además de sus estudios tuvo dos grandes anécdotas tipo disciplinarias, primero con el sacerdote sevillano entonces consejero y encargado de la disciplina del colegio don José Rodríguez, anécdota que tiene su orígenes en el fútbol, pues le obligaron a formar parte del equipo del colegio, cuando ya se había comprometido con un equipo federado. Le ocasiona la expulsión del centro con el apelativo “soberbio”, le costó un gran disgusto con su padre maestro Ángel García ex músico de la banda Municipal de La Orotava y ex contratista de obras, que casi no le manda varias tortas con su mano derecha, que unas vigas de la construcción le impedía. Fue readmitido en el colegio, pues su padre llegó a un acuerdo con don José lo que le permitió jugar al fútbol en los salesianos, pero el apelativo “soberbio”, continuó en la disciplina colegial, esta vez en todas las clases estaba sometido a un castigo posicional detrás de la pizarra, hasta que llegó a sacar un sobresaliente en la disciplina de Latín para ver computada su pena. La segunda anécdota es otra expulsión, también relativa al fútbol en el mismo colegio, esta vez con el sacerdote don Julio, que le obligó a jugar un partido de fútbol con unos zapatos nuevos, que por negarse le castiga de rodilla en el campo de fútbol colegial, mientras espera que le viniese los balones para lanzarlo a las huertas anexas del cuadrilátero. A través de esta expulsión se inscribe en el colegio de Santo Tomás de Aquino, estudiaba sexto de bachiller, pero nada más llegar al nuevo colegio ubicado en la calle de la Hoya – hoy Hermano Apolinar -, se produce unos incidentes con el profesor de matemáticas, por lo que su nuevos compañeros se ven obligados a escaparse del colegio, bajando por la ventana principal hacía la calle, colgado de los cinturones. Con vista a este lío, decide regresar al Colegio de los Salesianos, habla con su director y le pide disculpa, este le aconseja que hable con el sacerdote que le expulsó don Julio, el cual lo vuelve a readmitir, pero cumpliendo otra pena de quedarse castigado en el centro todos los días hasta la nueves horas de las noches.