
de su profesión, EGON trabaja en distintos hoteles y restaurantes de Breslau donde poco a poco va perfeccionando sus habilidades dentro de esta rama, llegando a conseguir en varias ocasiones algunos premios, con lo cual fue ganando mucho prestigio entre los empresarios de Breslau. Animado por varios compañeros, a principios del año 1914 decide enrolarse en un barco rumbo a las colonias que poseía Alemania en África.
Santa Cruz de Tenerife, con su ya importante Puerto, era en aquellos momentos sitio obligado de aprovisionamiento para los barcos que seguían rumbo a América o hacia África. Fue entonces cuando la primera Guerra Mundial sorprendió a estos jóvenes marinos en aguas del Archipiélago Canario, y tras varias semanas de conversaciones con las autoridades españolas, optan todos por quedarse en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife.
Don Egon comienza sus primeros contactos en la Isla con su profesión, al servicio de un Oficial del Ejército español en el Barrio del Toscal de la capital tiñerfeña; este Sr. militar sería meses más tarde una de las llaves que le abrirían algunas puertas para la instalación de su propio negocio. A principios del año 1915, don Egon decide establecer su propio negocio y elige la Ciudad Universitaria de San Cristóbal de La Laguna, y como actividad una pequeña lechería en la céntrica calle de la Carrera. Compraba leche a las lecheras que venían de la Esperanza y de Las Mercedes, y en su pequeño obrador la transformaba en deliciosa nata y mantequilla; con algunas pastas, que ya elaboraba, vendía estos productos en un pequeño despacho anexo al obrador. Esta tarea era compartida, con la de repostero y cocinero en bodas y banquetes en el ya desaparecido "Hotel Camacho" de la ciudad de Tacoronte. No estando satisfecho con lo que en aquellos momentos se encontraba realizando y animado por unos compañeros establecidos en la Villa de la Orotava, en la primera mitad del año 1916, don Egon decide probar fortuna en dicha ciudad y elige como lugar de trabajo un pequeño local en la calle del Tejar.
Después de algunos meses de intenso trabajo y siendo bien aceptado por los habitantes de la Villa, su pequeño obrador se le va quedando corto y decide, en el mes de Diciembre de 1916, trasladarse a la calle de la Quinta, esquina con Tomás Zerolo o calle del Agua, donde comienza a utilizar mano de obra de la Villa; entre algunas de las personas que contrató, y sin que él se pudiera imaginar, (ya que en aquellos momentos tenía otra villera como pretendiente), se encontraba la que fuera más tarde su compañera sentimental por todo el resto de su vida: Luisa Rocío Báez. Y de esta forma es como queda constituida lo que actualmente es la CONFITERIA "TAORO". Por aquellos años don Egon revolucionó lo que era hasta entonces la Repostería y Cocina en el Valle de la Orotava. Aquel joven alemán, con muchas ganas de trabajar, introdujo productos que en aquella época muy poca gente había tenido la oportunidad de conocer, ya que viajar a Europa en los tiempos que corrían era un privilegio de muy pocas personas.
Es en la Navidad de 1917 cuando don Egon tiene ya por las calles del Valle de La Orotava a tres vendedores. Una vendía en la Villa, otra se trasladaba al Puerto de la Cruz y la tercera lo hacía a nuestro vecino pueblo de Los Realejos. Cada una de ellas, con su "caja" sobre la cabeza, iba de puerta en puerta ofreciendo los deliciosos dulces y pastas que la CONFITERIA "TAORO" elaboraba diariamente. Después de algunos meses residiendo en varias pensiones de la Villa, opta por fijar su residencia en la calle Verde, actualmente Nicandro González, junto a sus compatriotas Germán, Otto y Enrique. Cuando por las mañanas subía a trabajar hacia la CONFITERIA, los chiquillos de la calle le cantaban una canción que le ponía muy furioso; "Alemán con chivere, camina como un chivere, mató a su padre y el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe a dulces".
A principios del año 1919 realiza un viaje y permanece durante varias semanas fuera de la isla. Aún no está claro el motivo de dicho viaje, pero, según parece, éste se debió a un fracaso amoroso con una novia que tenía por aquella época. Una vez incorporado en la tarea, decide abrir un despacho de dulces y un café en la calle de la Carrera, pero al no llegar a un acuerdo con el dueño del inmueble, decide posponer dicha empresa.
En la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción y en el verano del año 1920, Egon y Luisa contraen matrimonio. Fue aquel un gran acontecimiento para la Villa, ya que en muy pocas ocasiones los villeros habían tenido la oportunidad de presenciar la celebración de una boda entre una joven villera y un Sr. alemán; imagínense vds. la cantidad de personas, aparte de los invitados, que quisieron ser testigos de aquella unión. Por circunstancias ajenas a su voluntad, y en un corto espacio de tiempo, Egon se ve obligado a trasladar su industria, entonces ubicada en la calle de la Quinta, a su domicilio particular, en la calle de León 55. Corre el año 1921 y es cuando establece en la calle de la Carrera n° 8 un pequeño despacho de dulces y un café, que aparte de atender a su ya significativa clientela, también surte a la Sociedad Recreativo Cultural "Liceo de Taoro", que se encontraba por aquellas fechas en la parte alta del local. En el año 1925 y tras recibir una buena oferta, EGON decide centralizar todo su negocio en la calle de León n° 5, incluso su vivienda. Este inmueble despertó en EGON gran interés, ya que se trataba de una casona del año 1700 y su ilusión siempre fue la de instalar su negocio en una finca urbana con estas características. Es importante reseñar que parte del mobiliario de la Confitería y de la propia vivienda, fue comprado al Sr. Marqués de Casteja. Esta familia de la nobleza española se encontraba afincada en el Puerto de la Cruz por los años veinte. Una vez establecido en este nuevo domicilio y debido a la gran demanda que ya existía por entonces, EGON se dedica con mayor fuerza a comprar grandes cantidades de leche a distintos ganaderos del Valle, para luego, en una pequeña máquina manual, desnatarla, separar la grasa para hacer mantequilla y nata, y luego, con la leche desnatada, elaborar helados, usarla en la confitería o bien venderla para la calle. Todo este proceso que se hacía con la leche duraría hasta finales de los años sesenta. En el año 1926 pasa por una situación muy desagradable. Su señora doña Luisa da a luz un precioso niño, pero por circunstancias de la vida la criatura fallece a los pocos días de su nacimiento. Este desagradable e inesperado acontecimiento los conduce a suspender las tareas de la confitería y café "TAORO" durante algunas semanas. En aquellos años poseían una vivienda en Santa Cruz y optan por desplazarse hasta la capital de la isla, para ir olvidando aquel mal trago. En el verano de 1927, empiezan a verse por las calles del Valle de la Orotava los primeros vendedores de helado de la CONFITERIA y CAFE "TAORO". Con las garrafas al hombro, estos heladeros iban ofreciendo aquel manjar para hacer un poco más llevadero el calor estival. En la plaza de la Alameda (hoy de la Constitución), todos los domingos y festivos, don Egon instalaba, siempre que el tiempo se lo permitía, un pequeño puesto donde vendía dulces, frutos secos, caramelos, refrescos, helados..., etc., etc. Esto era un gran aliciente para los paseantes domingueros y festivos de la plaza. En las bodas, banquetes, fiestas, etc., de los más pudientes de la Villa, nunca faltaban los dulces, pastas, helados, etc., de la CONFITERIA y CAFE "TAORO". En la Navidad del año 1927, don Egon hace sus primeros pinitos con un pequeño restaurante dentro del mismo local, y por el número de clientes que acudían a degustar sus exquisitos platos diríamos que fue un gran éxito. Al principio sólo funcionaba al mediodía y los sábados y domingos; luego, ya por el año 1930, lo hacía durante todos los días. En los primeros años de la década de los treinta, LA CONFITERIA y CAFE "TAORO", va adquiriendo un gran renombre dentro de la Isla y día tras día la plantilla va aumentando. Por aquellos años se vendían dulces, pastas, mantequilla, helados, frutos secos, bombones, nata, tartas, leche desnatada... y, además, no sólo se servía comida en el "restaurante" sino que también se recogían encargos de comidas para servir en las casas, y al tratarse de una pequeña industria de tipo artesanal, era imprescindible un gran número de personas para llevar a cabo estas tareas. Además ya la CONFITERIA "TAORO" comienza a introducir sus productos en hoteles y restaurantes, no sólo del Valle de la Orotava, sino también de Santa Cruz, La Laguna, etc...; entre los clientes de mayor, podemos destacar hoteles como Gran Hotel Taoro, Hotel Monopol, Hotel Marquesa, antiguo Hotel Martiánez, Hotel Mencey, Hotel Orotava, antiguo Hotel Victoria, Hotel Suizo, etc... Llegan los tristes años de la guerra civil: las materias primas empiezan a escasear y don Egon, con mucha tristeza, se ve en la obligación irremediable de tener

¿Cuántas anécdotas tendrán un negocio con casi un siglo de historia? La verdad es que pueden ser innumerables; pasaré a resecarles algunas. En cierta ocasión le pregunta un cliente amigo de la casa a don Egon: "¿Cómo es su segundo apellido, don Egon?", y responde: "Mi segundo apellido es Bard”. El cliente responde: "En vez de Bard, vd. debería llamarse don Egon Wende Caro". En aquella ocasión fue tal el cabreo que cogió, que puso a aquel cliente en la puerta de la calle y estuvo durante algún tiempo sin permitirle la entrada en el establecimiento. En otra ocasión le mandaron la funeraria. Imagínense vds. cómo se pondría aquel hombre cuando ve aparecer al sr. de la funeraria, ya preparado con todos los enseres para un servicio. Cierto día se encontraba su señora ausente y don Egon, como era habitual, a la una y media se sentó a comer en el Restaurante. -Acababan de servirle el segundo plato cuando en ese justo momento aparecen dos clientes, uno de ellos lo llama hacia el jardín, mientras el otro ocupa el sitio de don Egon y se come aquel delicioso solomillo con papas salteadas. O aquella vez que un cliente, después de haber almorzado, se tomó una veintena de "tambores" y, cuando iba por la Cuesta de la Villa, tuvieron que parar el coche y llamar a una ambulancia porque era tal el estado en que se encontraba que hubo que ingresarlo urgente en el antiguo hospital de Santa Cruz. Un domingo por la mañana viene un Sr. a comprar una bandeja de dulces, y en el momento de pagar no encuentra su cartera; al Sr. se le ve bastante preocupado ya que no sabe si ha perdido su cartera o la ha dejado en su casa, el caso es que se le dan los dulces y queda en mandar una transferencia bancaria. A los pocos días se recibe una carta con un ingreso del banco y una nota que dice: "Estimados amigos: Soy el del "SABLAZO" del pasado domingo. Afortunadamente encontré la billetera en casa. Fueron vds., muy gentiles y muy amables. Les repito una vez más mi agradecimiento". En otra ocasión se encontraba un Sr. pelándose en la barbería de don Antonio Díaz y, había dejado su burro por fuera de l

Por Bruno Juan Álvarez Abreu
Profesor Mercantil
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